Contexto histórico
Placa conmemorativa en el lugar en el que se alzó hasta 1945 la casa natal de Rubens, Burgstraße 10-14,
Siegen.
En el siglo XVI, Amberes (la capital de Flandes) era un gran centro de negocios gracias a su importante puerto. A este llegaban mercancías de diversos países y en él operaban comerciantes genoveses, venecianos, portugueses y españoles, entre otros. La pintura siguió las nuevas tendencias del Renacimiento gracias a las aportaciones procedentes de Italia, que se extendieron por todos los Países Bajos. Durero conoció al pintor Quentin Metsys, a Joachim Patinir y al grabador Lucas van Leyden durante su viaje por estas tierras en el año de 1520. El arte flamenco fue influido paulatinamente por el manierismo y luego por el naturalismo, que se fusionaron con su propia tradición. Con la llegada de Pieter Brueghel el Viejo, el arte flamenco tomó un rumbo más fuerte. Partiendo de su manejo del realismo flamenco, unido al conocimiento que poseía de la pintura renacentista italiana, Rubens construyó una expresión pictórica innovadora, inscrita ya en el barroco.
Los Países Bajos estaban bajo el dominio español por el matrimonio de Felipe el Hermoso con Juana I de España, de los que pasaron a sus herederos, Carlos V y luego Felipe II. Ni el pueblo ni parte de la aristocracia, con Guillermo de Orange al frente, estaban de acuerdo con la intransigencia religiosa de Felipe II. Esto llevó a que en abril de 1566 presentaran a la gobernadora general, Margarita de Parma, hermanastra de Felipe II, una petición conocida como el «Compromiso de Breda» o «Compromiso de los nobles», cuyo objetivo era la supresión de la Inquisición y la restauración de libertades. Margarita recomendó a su hermanastro responder con moderación, pero este se negó en redondo a atender las demandas planteadas. En agosto la situación degeneró en disturbios en los que los calvinistas destruyeron iglesias, profanaron imágenes (Beeldenstorm) e incendiaron pueblos. La gobernadora consiguió sofocar la revuelta y restablecer el orden, pero al año siguiente el rey envió al III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, que instauró el Tribunal de los Tumultos e hizo ejecutar a varios de los cabecillas de los desórdenes. La represión ejercida llevó a muchos protestantes a huir a Alemania.
Diez de las Diecisiete Provincias de los Países Bajos permanecieron bajo el dominio del rey de España (Países Bajos Españoles) hasta que en 1714 fueron cedidas al Sacro Imperio Romano Germánico por el Tratado de Utrecht. A causa del enfoque artístico no iconoclasta de los católicos, sus artistas lograron encargos y mecenazgo entre la monarquía y la nobleza española, que influyeron en las obras que realizaron, especialmente en las de temas religiosos y de batallas, así como de retratos. La escuela flamenca de pintura adquirió una fuerte consolidación: en el sur de los Países Bajos, la iglesia católica potenció las mayores representaciones de su triunfo como religión. Tal victoria tuvo su mayor intérprete en Rubens, que fue un ferviente creyente católico.[13]