Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid
La sede del museo es el Palacio de Villahermosa, en la esquina del paseo del Prado con la carrera de San Jerónimo. Hacia 1805 este edificio del siglo XVIII fue ampliado y reformado en estilo neoclásico por Antonio López Aguado, por encargo de María Manuela Pignatelli y Gonzaga, viuda del XI duque de Villahermosa, Juan Pablo de Aragón-Azlor. Décadas después fue una de las mansiones más prestigiosas de la ciudad. En 1823 sirvió como residencia del duque de Angulema, entonces al mando de los Cien Mil Hijos de San Luis, y años después ganó notoriedad por sus fiestas y veladas culturales: en 1844 acogió dos recitales de piano de Franz Liszt, y fue sede de un Liceo Artístico y Literario en el decenio 1846-56.
Villahermosa conservó sus suntuosos interiores, que incluían un salón de baile y capilla privada, hasta bien entrado el siglo XX, como atestigua un reportaje fotográfico de 1966[3] en la revista Blanco y Negro. Todo ello se perdió en 1973 cuando el edificio se convirtió en la sede central de la Banca López Quesada: sufrió una agresiva reforma, ejecutada por el arquitecto Fernando Moreno Barberá, que vació el interior reemplazando los grandes salones por oficinas. El banco quebró al cabo de pocos años y en 1980 el palacio pasó a manos del Estado, que lo empleó para albergar varias exposiciones temporales del vecino Museo del Prado, entonces acuciado por necesidades de espacio. Se pensaba en adscribir este edificio al Prado como sede complementaria, presumiblemente para exponer sus cuadros de Goya y del siglo XVIII.
Sin embargo, como parte del acuerdo entre el Estado español y la familia Thyssen, Villahermosa se destinó al nuevo museo y su rehabilitación como pinacoteca fue diseñada por Rafael Moneo. Las mejoras más elogiadas fueron la reordenación interior en salas amplias, el énfasis dado a la luz natural (con lucernarios regulados mediante sensores) y el cambio del acceso principal, que volvía de la Carrera de San Jerónimo a la fachada posterior tal como era en origen. Se entendió que esta entrada era más adecuada para acoger al público porque disponía de jardín propio.
El mármol de los suelos y el estuco en color tostado de las paredes fueron sugeridos por la baronesa Thyssen, Carmen Cervera; una solución estética que suscitó controversia al apartarse de la sobriedad habitual en los museos de nueva construcción. La ambientación colorista y algo ostentosa recuerda a las fundaciones norteamericanas de origen privado: plantas tropicales y un gran tapiz con el escudo de los Thyssen decoran el atrio, flanqueando el colosal lienzo El Paraíso de Tintoretto y esculturas de Rodin. Presiden este recinto sendos retratos de cuerpo entero de los barones y de los reyes de España Juan Carlos I y Sofía (pintados los cuatro por Ricardo Macarrón).
Ampliación del museo en los dos edificios Goyeneche, con nueva fachada minimalista recubriendo la antigua trasera de ambos bloques.
El museo se inauguró el 8 de octubre de 1992, con la presencia de los reyes, y apenas ocho meses después (junio de 1993) el grueso de la colección pasó a ser de propiedad estatal mediante un complejo acuerdo de compraventa. En 2004 el museo se amplió para albergar el núcleo más valioso de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, mediante la suma de dos edificios colindantes antes pertenecientes a la familia Goyeneche; el primero de ellos mandado construir por el Conde de Guaqui y el segundo por la Duquesa de Goyeneche. Estos edificios fueron reformados por el estudio BOPBAA (Josep Bohigas, Francesc Pla e Iñaki Baquero), y se conectan por un ángulo al Palacio de Villahermosa. Su nueva fachada orientada al jardín es de estilo vanguardista si bien los interiores armonizan, en colores y materiales, con los del primer edificio. Tras cinco años de exhibición por separado, en diciembre de 2009 se anunció que ambas colecciones (la de propiedad estatal y la de Carmen Cervera) se fusionarían en un despliegue unitario en 2010, si bien ello se está demorando y queda pendiente de resolución la permanencia de la segunda colección.
El Palacio de Villahermosa había sido completamente demolido por dentro (salvo la crujía norte, la que da al jardín) y reconstruido durante su etapa como banco, por lo que sus interiores carecían de valor histórico-artístico y pudieron reformarse en profundidad, incorporando la tecnología más moderna. No así los de los dos palacios Goyeneche, que tenían incluso elementos protegidos, como una escalera, y que el Ayuntamiento descatalogó porque de lo contrario no se hubiera podido realizar la reforma. La actual fachada del bloque Goyeneche era previamente una humilde trasera de ladrillo visto que a raíz de la ampliación sumó un recubrimiento de línea minimalista en color blanco.